Nosotros Los Orcos

Mariana Moyano, periodista argentina fallecida hace pocas semanas en la ciudad de Buenos Aires, comprobó que el dueño de Konan fue el político más consultado por programas de radio y TV desde el 2018 hasta la fecha. Solo en aquel año la prensa hegemónica y sus cachorros le hicieron al osito mimoso 235 entrevistas y lo bendijeron con 193 mil segundos de aire, dejando suficientemente claro que con esos números y la alianza con Kid Reposera, puede decirse cualquier cosa, menos que sos un outsider o un titán de la anticasta.
En todo caso, y para que su “hermana-jefe” no se ofenda, por la pérdida del disruptivo título, le podría caber el de “outsider de la democracia”. 
El 19 de noviembre nada fue suficiente. Emiliano Gullo y Sebastián Ortega escriben que “ni el miedo a perder los derechos a estudiar y a tener salud pública, ni el apoyo que recibió Milei de los genocidas detenidos, ni las amenazas de muerte de sus adeptos con el Falcon verde o el ninguneo a la causa Malvinas, alcanzó. Tampoco alcanzó con denunciar su desprecio hacia las mujeres, su homofobia, la promesa de derogar la Ley de interrupción voluntaria del embarazo o del Matrimonio Igualitario. No fue suficiente insistir en lo siniestro de su propuesta de vender órganos y armas libremente. No fue suficiente, en definitiva, acusarlo de querer comprar y vender absolutamente todo. Incluso los mares”.
Cuando Milei afirmó: “Nuestro verdadero enemigo es el Estado. El Estado es el pedófilo en el jardín de infantes, con los nenes encadenados y bañados en vaselina.” Y naturalizó a los gritos tamaña escena de pedofilia y perversión sin medir el impacto en la comunidad educativa y naturalizando un repugnante delito. Tampoco alcanzó.

Pero la perversión no tiene límites en el pensamiento del electo presidente. Cuando se le preguntó acerca de los derechos de la comunidad LGTB+ respondió con una pavorosa alegoría: “supongamos que vos querés estar con un elefante. Bueno, si tenés el consentimiento del elefante es problema tuyo y del elefante”.
No fue todo. También arremetió contra la ideología de género, la lucha de los pueblos originarios, la agenda ecológica y el lenguaje inclusivo postulando que “estas son cosas que destruyen los valores de la sociedad”. 
Su candidata a vice, Victoria Villacruel, en el mismo sentido propuso hace pocos días reemplazar el sitio de memoria que funciona en el que fuera un Centro Clandestino de Detención, tortura y exterminio de la Ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), por un lugar de paseo y alegría.
Señaló que “Son 17 hectáreas que podrían ser disfrutadas también por todo el pueblo argentino”.
El domingo festejaron un triunfo electoral. Pero, además, puertas adentro, también festejaron el triunfo de la antipolítica, y la derrota de un estado que ellos consideran predatorio.

El huevo de la serpiente es una expresión que se hizo popular a finales de la década de los 70 y que aún hoy se utiliza. Proviene del título de una película de Ingmar Bergman estrenada en 1977. Uno de los personajes, el Doctor Vergerus, dice: “Cualquiera puede ver el futuro, es como un huevo de serpiente. A través de la fina membrana se puede distinguir un reptil ya formado”. La película trascurre en los años 20 en Alemania, donde ya se intuía el auge del totalitarismo nazi.

Lo paradójico es que a pesar de que todo el mundo era capaz de verlo, incluso con cierta simpatía, nadie previó las consecuencias finales. El doctor Vergerus se refiere a que se puede ver a través de la cáscara transparente del huevo de la serpiente la gestación de la pequeña culebrilla insignificante que llega a resultar graciosa e inspirar la compasión. Por eso, cuesta tanto destruirlo en esa fase e impedir su nacimiento. Pero una vez que eclosiona y sale del huevo, ya es demasiado tarde, el mal ya está hecho y nadie puede pararlo, y su poder de destrucción va creciendo sin límites.
La casta está en orden.

Para el programa Malos Entendidos. FM 95.7 Radio Encuentro.
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