Del "Yo te lo dije" al "Mar de Orcos", un Milei de distancia

Especial para el programa de radio “Malos entendidos”. Sábados de 11 a 13 por la 97.5 FM Encuentro.

Opinón25/11/2023 Por Alejandro Cárdenas Zúñiga
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Mi madre – no hay psicoanalizado que no tenga en su haber, una madre-, solía decir, palabras más palabras menos, “te lo dije”.   Aludía con ello a las innumerables veces en que avisaba de alguna desgracia inminente, en gran parte, causada, por no escucharla.   Las materias alcanzadas por sus anuncios, iban desde una probable y simple caída hasta una desilusión o fracaso amoroso.   No quedaba nada, fuera de ese espectral anticipo contenido en el, “te lo dije…pero no me escuchan”.
Es cierto, hay que decirlo, no contabilizaba las ocasiones en que avisaba y no ocurría su presagio, en estos casos había una explicación inobjetable, “ya vas a ver…” Con lo cual sacrificaba el futuro a manos de una desgracia posible, si ocurría, se confirmaba el presagio, caso contrario, solo debías esperar, en ambos sentidos, siempre quedaba a salvo la infalibilidad materna.  ¡Creer o reventar!
Ella, la vice también avisó ¿recuerda? – dijo- “No vienen por mí, vienen por vos, por los salarios, los derechos”.   Aclaró previo a las PASO: “es una elección de tercios, en dónde lo importante es el piso”, insistió en alguno de los remates, con “no me escucharon”.   Había hablado en privado, a través de entrevistas o imaginamos, interpósitas personas.    Lejos está maternizar su figura, no es esa la relación que deseo establecer.  
El momento temido llegó.    Se instalan sin pudor ¿Por qué habrían de tenerlo? Ganaron con holgura, con altiva impaciencia.
La entrada impuso una imagen.  Los orcos, esas especies conocidas a través de la saga del anillo, fueron, originalmente, invenciones del folklore celta para explicar crímenes sangrientos, ocurridos sin explicación aparente.   Los viejos y sangrientos orcos pasaron, gracias a las transformaciones de la lengua, a ser, los ogros, sin quitarle un ápice de monstruosidad a la criatura.    Conservan su aspecto, temeridad y salvajismo.   Su existencia, solo es posible en un mundo con fronteras claramente definidas, para unos seres horribles que viven en los cuentos, y cuya función es, entre otras posibles, espantar.  No son humanos.  Su lugar es el pantano.   Es una reclusión y exclusión, espacial y territorial, alejados de la vida de “los que no son ellos”.   La existencia de estas criaturas, será respetada en la medida que se mantengan en su gueto.   Los barrios ciudades, las villas, los poblados empobrecidos, las zonas rojas, el lugar peligroso, configuran un tipo de ciudadano y un conjunto de relaciones.   
Tipos, modos, reglas, ritos, moda, música, dialecto, tatuajes.   Los cuerpos diferentes, amores promiscuos, erótica descontrolada, vida disipada, embarazos interrumpidos, hijos para obtener bonos estatales, condones pinchados.    Nada autoriza su entrada en la lógica meritocrática.   
La declaración de Mauricio, cuando identifica a los orcos como aquellos que se opondrán a sufrir, no es una imagen cualquiera; no es un error, un desliz, un enigmático lapsus, absolutamente no.   Está diciendo lo que piensan, él y sus vecinos.  Ellos, que no son orcos.  Entienda, no hay entre ellos y los orcos, dialogo posible, no se plantea esa posibilidad, lo que se expresa, es el exterminio o la reclusión de los orcos. Lo monstruoso está construido. Los jóvenes libertarios saldrán, entonces, a la calle, a imponer su supremacía.  
El núcleo de la tragedia es lo inevitable, en algún sentido, ese “te lo dije”; pone sobre el destino posible un edicto, pasará y no hay manera de evitarlo, de allí que el anticipo, la premonición, prevención o mero aviso es insustancial.   Se vuelve vacío, hay un curso de los acontecimientos en movimiento, la tragedia, está en marcha.  
Un inicio posible al manoteo que significa encontrar una salida es construir una conciencia de orco, recuperar un lenguaje, hacernos de un discurso de retazos, inventar una geografía que nos contenga, mal que nos pese, ser orco es una identidad, marginal, subversiva, portadora de una derrota.     La resistencia es optativa. /

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